El elemento religioso fue una de las aristas que determinó la obra poética de Mistral desde el inicio de su producción literaria. Desde este criterio, es posible comprender su adhesión por una profunda convicción cristiana que signó toda su vida, y palpable en muchos de sus poemas. Es fácil comprobar que Mistral estructura su universo creativo a través de una prospección del camino cristiano, lo cual puede extenderse a su vida cuasi ascética, sin excesos ni sobresaltos a lo largo de sus 67 años.
Esta inclinación mistraliana por la religión no es inalterable, y a lo largo de su obra poética muta de formas muy variadas. Desde su primer poemario (Sonetos de la muerte), vemos las huellas de una fe religiosa intensa, donde es posible percatarse de la amalgama de doctrinas religiosas y experiencias personales místicas que se detectan desde el primer poema. Para Mistral, la religión se ofrece como un faro virtuoso, que, al ser transmitida a la humanidad, permite concederle un sentido real a la existencia atribulada del ser humano. Por lo anterior, es posible definir que la búsqueda personal y la necesidad del encuentro con Dios conforma una base consular en la poesía mistraliana.
En Desolación (1922) se vislumbra con suma claridad las referencias a la figura de Jesucristo, a través de elementos metafóricos y temáticos, copando así una gran extensión del libro. En el poemario, Mistral hace una rogativa a Dios Padre y Jesucristo en pos de atenuar su dolor personal, así como la protección de los inocentes y las almas de los muertos. En esta obra, podemos hallar un compendio de personajes históricos o ficcionales, tanto del Antiguo y Nuevo Testamento.
El amplio conocimiento de Mistral en relación a la exégesis bíblica no es ninguna sorpresa. Es sabido que la Biblia fue su primera fuente de formación moral y ética, y a la vez, una base fundamental de inspiración poética. Esta instrucción inicial contiene elementos esenciales en la poesía mistraliana, como por ejemplo, el amor, la justicia, la misericordia y el actuar con humildad y justicia.
Comentarios
Publicar un comentario